viernes, 18 de diciembre de 2009

A cuatro patas


Yo estaba a cuatro patas en el sofá mientras un niñato de no más de diecinueve años, pero si muchos más centímetros de longitud y grosor, estaba de pie detrás de mí regalándome una de las mejores folladas que me han regalado en mi vida. Primero me follaba muy despacio, muy suave y de repente embestía con fuerza acelerando el ritmo. Cuando me había pegado varias clavas, volvía a suavizarlo… Su amiguito primero observó la escena desde la distancia mientras se regalaba el mismo algún que otro meneo en el manubrio, cuando se hartó de ser voyeur, decidió convertirse en parte activa del trío y me metió la polla en la boca. Entera y de una vez, salvajemente y con la misma fuerza que su amigo me partía el culo, el decidió partirme de nuevo la garganta. De repente me sacó el rabo de la boca y pensé que iba a correrse, pero lo que hizo en vez de eso fue empezar a pegarme pollazos en la cara. Me daba con su glande en los mofletes, en los labios, en la lengua, que yo la sacaba con la intención de recuperar aquella enorme arma para seguir deleitándome con ella. Restregaba su glande por mi barba, me volvía golpear con él. Yo estaba en estado de éxtasis.